dimecres, 23 de novembre del 2016

La disparé hace 11.110 días


Los clientes imprevisibles suelen ser los que más sesiones arruinan. Los fotógrafos solemos estar preparados para afrontarlo casí todo, pero un cliente con un humor de perros en la sesión es más peligroso y dañino que los modelos caprichosos e intransigentes. 

La disparé hace 11.110 días y ella fue una de las primeras sesiones que realicé en mi recién estrenado estudio de la Gran Via de Barcelona, un principal de más de doscientos metros, con unos techos altísimos, con unas maravillosas vidrieras modernistas que me complicaron enormemente encontrar una compañía de seguros que quisiera hacerse cargo del seguro de todos los equipos de iluminación, cámaras, archivo de negativos en diferentes soportes, estoc de material sensible, material sensible procesado, mobiliario… La instalación de una alarma conectada a la policia facilitó la contratación del seguro, y aunque durante los más de diez años que trabajé en él sólo tuve un intento de robo, el aborto de éste fue gracias a la alarma cuyo ruido era capaz de alertar a los residentes del edificio. 
El espació era imponente, grandioso, cómodo, céntrico… y muy adecuado para ese tipo de clientes a los que les gusta “lo grande”, quizás por eso a los pocos meses de estar instalado en él varios clientes, a los que antes no había tenido acceso, me confiaron sus campañas. 

Pepe Martínez fue uno de los primeros clientes -no habituales- que contactó conmigo para que le fotografiara su campaña de complementos. La fama de su mal carácter eran bien conocida por todos, por eso yo y mi equipo nos preparamos y concienciamos para cualquier explosión repentina, pero la sesión transcurrió si percance alguno y los originales fotográficos realizados en ella lucieron por mucho tiempo en los escaparates de sus tiendas en Barcelona. 

Para trabajar con los complementos de moda precisas una cierta exquisitez en los encuadres y las proporciones del cuerpo de la modelo y el producto, sin olvidar las tonalidades del vestido, para conducir la mirada, directamente, a los complementos que estás fotografiando. Yo defino este tipo de fotografía como cerrada, en contraposición a otras, abiertas, en las que provocas que la mirada pueda discurrir por toda la superficie fotografiada, y detenerse donde el lector de imágenes prefiera. 
Para marcar intemporalidad y que el color no distrajera la mirada, ya que en las imágenes color lo primero que apercibe el ojo es la gama cromática decidí trabajar en B/N. 
Empleé la Hasselblad 500 C con la óptica de 120mm. y film TMax 100 Asa. La iluminación aparentemente simple fue muy elaborada para mantener los brillos de los complementos, textura en los negros y limpieza en las altas luces sin que produjeran reverberación. 
Los originales fotográficos fueron ampliados a grandes proporciones -por el laboratorio Sabater de Barcelona un gran especialista en aquella época- produciendo, su tamaño, un gran impacto visual en los puntos de venta de la cadena de boutiques Pepe Martínez.